Someter la corriente de un río

Hace un tiempo un grupo de amigos conversábamos animadamente bajo el sol. A la mayoría nos encanta el cine (aunque siempre hay algún desertor). Empezamos a comentar la película “Doctor Strange”. Todo iba bien hasta que el iluminado de turno se atrevió a hacer un comentario infame. Confieso que me dieron ganas de apagar el cigarrillo que blandía indolente sobre esa lengua, maldita ahora por las palabras que acababa de pronunciar. Un comentario que no puedo rebatir in situ porque la sangre se me sube a la cabeza, el enfado se apodera de mi estado de ánimo y el pensamiento se me nubla. Lo que pasa es que ese comentario lo oigo a menudo y me parece evidencia de que los cenutrios viven entre nosotros. De hecho, me resisto incluso a escribirlo de lo aberrante que resulta. La persona en cuestión dijo: “No me gustan las pelis de súper héroes. Son pelis para niños.”

¿Pelis para niños? ¡Pelis para niños! No, eso no es lo que me molesta, pues en el más completo y alegre sentido de la frase, tiene razón. Me hierve la sangre por el tono en que se dice. El problema es que se desprecian e infravaloran esas “pelis para niños”. Se expresa así porque desprecian no sólo lo que la película quiere comunicar, sino que desprecian el sentido más profundo de la infancia. Los únicos capaces de comprender lo que los súper héroes nos dicen son los que tienen espíritu de niño. No hablo de ser infantiles, sino de ser capaces de entender y hablar ese idioma que a los adultos les queda un par de tallas grande. Hablo de ser capaces de sumergirse en ese lenguaje tan sublime que sólo los espíritus sencillos pueden penetrar.

Es comprensible que a un adulto maduro le parezca incomprensible el lenguaje de las películas de súper héroes. Es demasiado para él. Todos los enmascarados nos hablan de sacrificio, de responsabilidad, de donación, de una misión en la vida, de hacer el bien por encima del bien propio, del auténtico amor,… Todos esos conceptos son demasiado grandes para el hombre maduro postmoderno, que vive desilusionado de la vida, apegado a su insípida rutina.

Cada súper héroe tiene algo específico que contar y que enseñarnos. Supongo que algunos lectores persisten en su incredulidad con respecto a lo que digo. Por ello, vamos a afinar el oído y escuchar lo que el Dr. Stephen Strange quiere decirnos. Se trata de una película que se enmarca en el bestial universo cinematográfico de Marvel. El actor que da vida a este personaje es Benedict Cumberbatch. La película cuenta con efectos visuales dignos de un súper héroe, con una banda sonora a la altura y con actores respetables.

Solamente nos concentraremos en la escena en la que las formas astrales de Strange y de la Anciana conversan. Os pongo en contexto. Stephen Strange es un neurocirujano con demasiado éxito, condimentado con un enorme narcisismo. Después de un accidente fatal cuya secuela son temblores en las manos, cae en un sinsentido existencial (pues ya no puede operar). Es guiado hasta un grupo de hechiceros que protege al mundo. Aprende sus artes y resulta ser uno de los mejores. Cuando un enemigo peligrosísimo amenaza al planeta, Steven se encuentra indeciso entre seguir ese camino o volver al quirófano. La Anciana Suprema, tras ser herida en una lucha, está muriendo. En este momento tiene lugar la conversación. Se trata del momento de inflexión en el que Strange da el paso para el cambio.

Transcribo parte dicha conversación:

Anciana -No puedes someter la corriente de un río. Debes rendirte a su fuerza, sólo así podrás usar su poder.

Dr. Strange -Yo… ¿puedo controlarlo si me rindo? Eso no tiene sentido.

-No todo tiene sentido. No todo debe tenerlo. Tu inteligencia te ha llevado lejos en la vida. Pero ya no te servirá de mucho. Ríndete, Stephen. Haz callar a tu ego y tu poder surgirá. (…) Tienes una enorme capacidad para hacer el bien. Tú siempre has sobresalido, pero no porque buscases el éxito, sino porque tienes miedo al fracaso.

-Es lo que me ha hecho un gran médico.

-Es precisamente lo que te impide alcanzar la grandeza. La arrogancia y el miedo te impiden aprender la lección más sencilla y más importante de todas.

-Que es…

-Que no depende de ti.

Estas líneas valen oro. Que conste que sólo he tomado un par de frases de toda la conversación. Os la recomiendo. Es alucinantemente profundo, revelador y humano lo que una peli para niños nos dice. Se podría escribir un libro sobre esa conversación. Podría escribir varios artículos sobre “Siempre has sobresalido (…) por el miedo al fracaso”. Sin embargo, por ahora fijemos la vista en “no depende de ti”. Evidentemente el hombre actual no entiende esto. Es un pensamiento demasiado grande para los estándares raquíticos que se ha impuesto a sí mismo. Estamos acostumbrados a escuchar y leer que todo depende de nosotros, que nuestra identidad depende de lo que hagamos. Pero no. ¿Por qué no podemos darnos cuenta de lo cansado que es tener que estar reafirmándonos a nosotros mismos constantemente? Es agotador.

Stephen aprende dos cosas. Que toda su inteligencia y encanto son útiles. Son un bien precioso que si no fuera porque los ha puesto en marcha no estaría viviendo ese momento. Claro que tenemos que preocuparnos por nosotros mismos, desarrollando nuestras habilidades y cualidades, pero el fracaso viene cuando confiamos en que todo depende de nuestro esfuerzo. No nos valemos a nosotros mismos por nosotros mismos, pues necesitamos siempre de otro.

Aquí está la segunda, que para aprovechar la fuerza del río hay que dejarse llevar por él. Es decir, hay que aceptarnos a nosotros mismos y a los demás tal cual son, y aprovechar lo que tenemos para avanzar. No se trata de hacer lo que queramos por encima de todo, sino de hacer lo que podamos contando con todo. Imaginad a un cocinero que tiene en mente hacer un delicioso bacalao al horno con guarnición de verduras, pero que, llegando a la despensa, se da cuenta de que no tiene todos los ingredientes para realizar esa receta que tanto anhelaba. Podría enfadarse y culpar a quien tuviese que culpar porque la despensa no haya estado correctamente surtida. Podría, lleno de ansiedad, salir rápidamente a comprar lo que necesitase, aun sabiendo que no le quedaría tiempo suficiente para terminar correctamente lo que tenía pensado. Pero, también podría, lleno de un optimismo realista, aprovechar lo que hay en la despensa para hacer algo parecido a lo que tenía en mente o algo nuevo que nunca hubiese hecho. Como veis, resulta más adaptativo aprovechar la corriente del río que luchar contra ella, pues no sólo no es posible luchar sino que no es conveniente (ni para ti ni para el resto) someter la corriente de un río.

Recomiendo ver esas pelis para niños, solamente si se es un niño capaz de ver donde otros no ven. Si no es el caso y todavía no se llega a ello, aconsejaría pensar mejor antes de calificar algo que no se comprende como “peli para niños” (tono súper despectivo), pues lo único que queda claro es que se desconoce tanto a esas pelis como a los niños.

2 comentarios en “Someter la corriente de un río

  1. Me encanta! Creo que has capturado perfectamente un momento clave de una película (en concreto esta, que es más mística y filosófica, si quieres, que por ejemplo Iron Man, pero podría haber sido cualquier otra) y has demostrado con él (aunque podría haber sido con otro fragmento) que las películas «para niños» no son tan «para niños».
    Personalmente me encantan las pelis de superhéroes, ya que nos remiten al arquetipo del Héroe con mayúsculas, al estilo de los héroes griegos, aunque por supuesto con un lavado de cara muy moderno. No ver más allá de las tortas, los coches que salen volando y los chistes, es quedarse muy corto. Estas películas representan una nueva mitología detrás de la cual pueden todavía encontrarse perlas como ésta. Sólo hay que prestar atención!
    Y además, tienes toda la razón. Hablar despectivamente de las «películas para niños» es para apagarle la colilla en la lengua a alguien. Los niños tienen una capacidad para mirar más allá de sus narices y unas imaginaciones que asombran a los adultos precisamente porque ellos no las tienen. Los niños son el doble de perceptivos que los adultos. Y las películas para niños, si son buenas, siempre, SIEMPRE, sirven a los adultos que son capaces de ver más que la clasificación como película «infantil» o «adulta», de «acción» o «comedia», etc.

    Muy buen post! Me encanta la manera que tienes de decir las cosas. Veré Dr. Strange de nuevo con mucha más atención.

    Me gusta

    1. Es verdad, el mundo de los súper héroes se trata de una nueva mitología. Y como toda mitología nos ayuda a entender mejor al ser humano. En este caso me parece fundamental debilitar el mito de la cultura actual de que nos valemos por nosotros mismos y nos construimos a nosotros mismos.
      Muchas gracias por tu comentario!! Eres muy amable, espero que te guste algún otro post.

      Le gusta a 2 personas

Deja un comentario