Oficial K
Departamento de policía de la Ciudad de los Ángeles
LA, US
Año 2049
Estimado oficial K:
Esperando que te encuentres de la mejor manera posible, con respecto a tus circunstancias particulares, me dirijo a ti con estas sencillas líneas. El motivo te podría resultar meramente trivial, aunque te aseguro que no es así. Entiendo que encuentres extraño que alguien del pasado te escriba precisamente a ti: un replicante, alguien sin alma. Pues, precisamente por ser quien eres, quisiera comentarte una cosa que te atañe personalmente.
No pretendo criticar la película con la que se te dio a conocer (Blade Runner 2049). No diré que ha sido muy controvertida, por haber sido mal entendida por unos y sobrevalorada por otros, tan solo diré que me pareció una buena película que reunía todos los aspectos necesarios para ser tildada con tal adjetivo.
El punto al que quiero llegar es que me llamó bastante la atención la relación que mantienes con Joi, tu asistente virtual (o cual sea el término adecuado). Resulta bastante paradójico que una relación tremendamente humana floreciera entre entes no humanos, cuando, precisamente, resulta poco común que florezca entre seres humanos. Hablo de ese punto de inflexión entre querer a alguien y amar a alguien. Y ese punto no aparece en pantalla sino casi al final de la película, cuando tienes que huir y Joi insiste en que borres sus datos de la consola principal del piso, para que no puedan acceder a sus recuerdos. ¿Qué consecuencias tendría esto? Solamente consecuencias positivas, aunque no lo viste claro en ese momento. Resulta que iban a ir a tu piso a buscarte, y podrían acceder a la memoria del ordenador de la asistente virtual para obtener más información para dar contigo. Sin embargo, si borrabas todo, el único soporte sobre el que existiría Joi sería el dispositivo portátil que recién habías comprado. Esto te asusta. Transcribo:
-No quiero hacerlo (…) Si esto se rompe, ya está. Desaparecerás para siempre.
-Como una chica real.
K, tienes miedo a la pérdida. En la naturaleza humana es normal este sentimiento. Por algún extraño motivo el ser humano tiene un secreto deseo de un «para siempre» que es materialmente imposible. Se resiste a aprender a perder, a pesar de que es lo normal en esta vida: todo se acaba. Lo sé, resulta tremendamente paradójico. En mi opinión creo que esta paradoja resulta en su mayor parte beneficiosa para la supervivencia de la humanidad, pues nos empuja a progresar en el nivel de vida y nos motiva a construir nuestras vidas y sociedades. Sin embargo, tanto hoy en día como en tu tiempo, esta paradoja puede traer consecuencias funestas si se expresa de manera limitante.
Bajo nuestra perspectiva resulta terrible tener que despegarnos de algo, tener que perder algo, tener que aceptar un “para siempre” negativo. Nos acostumbramos a las cosas y perdemos de vista que van a desaparecer en algún momento. Precisamente esta falta de conciencia ocasiona varios síntomas de la cultura popular, tanto de mi tiempo como del tuyo. Tenemos miedo de que algo o alguien desaparezca para siempre, pero este miedo no nos ayuda a volar, sino que nos empuja al vacío. Lo que hacemos es no mirar esa realidad y vivir como si nuestra vida no se fuera a acabar o como si no pudiésemos perder a una persona para siempre. La consecuencia resulta ser que desaprovechamos momentos preciosos. No se disfruta tanto una Coca-Cola cuando no se ha bebido una en meses y no se beberá una en meses, que cuando se tiene el frigo repleto de latas rojas. No valoramos igual lo que puede desaparecer que lo que no puede desaparecer. Lo contradictorio es que todo lo que disfrutamos en este mundo puede desaparecer.
Joi, en este caso, era consciente de que ella podía desaparecer y podría perderte, pero de esa forma se sentía “más real”. Un ente virtual acepta poder desaparecer para dejar de ser meramente virtual. Renuncia a parte de sí misma por ti. Eso es amar a alguien. Aceptar el riesgo de la pérdida en favor de otro. No es que se desprecie a sí misma, o que desprecie vuestra relación, más bien expresa que vuestra relación es lo más preciado que tiene: más preciado, incluso, que sí misma. Con este acto, Joi demuestra que está dispuesta a disfrutar cada segundo a tu lado, pues algún día puede desaparecer para siempre. He aquí que la conciencia de la pérdida nos ayuda a disfrutar mejor de lo que nos rodea, de nuestras relaciones, de nuestra familia, del sol, … pues no los tendremos para siempre, sino que desaparecerán en algún momento.
Ambos sabemos cómo acaba vuestra historia. Ambos sabemos que fuisteis capaces de expresar más humanidad que muchos humanos que conozco. Os felicito de corazón. Quizás algún día los seres humanos nos demos cuenta del tesoro que llevamos dentro y podamos sacar partido de ello.
Espero que todo vaya como tenga que ir. Un abrazo a Joi de mi parte. Me despido y te agradezco tu tiempo.
J. Rolf