Condenar a alguien injustamente es algo inhumano. Condenarse a uno mismo es algo triste. Condenarse a uno mismo para siempre, sin esperanza, es algo terriblemente inhumano y profundamente triste. Significa perder la esperanza de redención, creer que no se merece la felicidad. Este fenómeno tan contradictorio se nos presenta de manera magistral en Logan.
No voy a entrar en detalles técnicos o a profundizar sobre las conexiones con otras películas del universo X-Men. En mi opinión, técnicamente y en cuanto al guion, es una obra maestra única. Evidentemente la recomiendo. Confieso que es una de las raras y pocas películas que me han sacado un par de lágrimas.
Este largometraje cuenta la historia final de uno de nuetros antihéroes preferidos Wolverine (Lovezno). Es un personaje lleno de sentimientos profundos, pero lleno de dificultades para manejarlos adecuadamente. Mitad hombre, mitad animal. Ese es su conflicto de siempre: ser una bestia, dejándose llevar por sus instintos de ira y egoísmo; o ser un humano, demostrando compasión y entrega al otro. En este punto de su vida ya está todo perdido para él. Todo lo que daba sentido a su existencia ha desaparecido. Lo peor es que se ha condenado a si mismo sin oportunidad de volver a vivir. Está convencido de que ha hecho demasiado mal, perdiendo su dignidad, y que nada ni nadie puede devolvérsela. Esto es lo más triste: perder la esperanza en uno mismo.
Esta realidad la expresa muy bien el monólogo de Shane, que aparece dos veces en la película. La primera, la escuchamos de la boca del mismo pistolero. La segunda, recitado por Laura en la tumba de Logan. Lo transcribo:
-Un hombre tiene que ser lo que es, Joey. No puede romper el molde. Lo intenté, pero no resultó. Después de haber matado, no hay forma de vivir con una muerte. No hay vuelta atrás. Correcto o equivocado, es una marca. Una marca permanece. No hay vuelta atrás. Ahora corre a casa con tu madre, y dile… dile que todo está bien. Y que no hay más pistoleros en el valle.
¿De verdad no hay vuelta atrás? ¿De verdad no tenemos la capacidad para «romper el molde» que nos hemos impuesto a nosotros mismos? ¿No hay esperanza de redención para alguien que ha sido «malo»? La palabra redimir significa etimológicamente «volver a comprar algo». Obtener de nuevo algo que nos pertenecía. En este caso, perdemos la «dignidad de ser amados». Se trata de una dignidad autoimpuesta y autodenegada. Cuando hacemos algo mal y nos condenamos por ello, nos decimos a nosotros mismos que no merecemos ser queridos ni siquiera por nosotros mismos, debido a que aquello que hemos hecho o que no hemos hecho, resulta imperdonable. La redención sería «volver a comprar» esa «dignidad de ser amado».
Es difícil redimir a Logan. No por sus numerosos asesinatos, sino porque no se puede redimir a alguien que no quiere ser redimido. No porque no lo quiera de verdad, pues su espíritu ansía la paz que la redención regala, sino porque no se cree digno de ser redimido. Lo más triste es cuando te encuentras a esa persona que cree que es demasiado mala como para ser perdonada; como para darse esa oportunidad de ser salvada. Es como cavar un agujero profundo y luego quedarse ahí, diciendo que ya no se puede salir. No porque no haya personas que ofrezcan cuerdas o escaleras, sino porque no se cree merecedor de ver de nuevo la cálida luz del sol y los acogedores colores de los campos. Es triste, sobre todo, para aquellos que rodean a esa persona que tiene la oportunidad de salir del agujero, pero que no sale. Es una actitud que nace del conformismo y de la desesperanza. Eso es lo peor que a un ser humano le puede ocurrir: perder la esperanza. La esperanza resulta ser lo que nos mantiene en movimiento. Cuando la perdemos, no vemos el sentido de salir del agujero en el que hemos caído.
La redención es posible. La película nos lo cuenta. A todos nos llega, tarde o temprano. ¿Qué es lo que nos puede redimir? Es esa oportunidad en la que podemos recobrar nuestra «dignidad de ser amados», nuestra autoestima, nuestra capacidad para crecer. Ese estado en el que «somos dignos» de recibir cosas buenas.
Pero la verdadera redención no viene de nosotros mismos, más bien, nos es dada. Alguien más paga por eso que nos pertenecía para que vuelva a ser nuestro. Esa oportunidad viene siempre desde otra persona. Otra persona cree en ti de verdad, otra persona te mira con ojos nuevos, con ojos de esperanza. Eso es lo que le pasa a nuestro protagonista. Laura lo mira con ojos de esperanza. Lo mira como si todo lo que ha hecho antes hubiera quedado atrás, y pudiese iniciar de nuevo. Pero no sólo es una mirada, es un acto. Un acto de confianza y de amor. Laura llega a amar a Logan como si fuera su padre (que lo es). Ese amor que se recibe abre una rendija en esa oscura prisión, a través de la cual se puede colar un rayo de luz.
Ese fue el camino que Logan logró caminar. Al final fue capaz de aceptar esa redención y volver a tener esa «dignidad de ser amado». Laura lo compró con ese acto de amor filial. No fue fácil para él, pero lo logró. Logró aceptar esa redención hasta el punto de ser capaz de dar su vida por otro. Creo que es algo muy simbólico que a los pies de su tumba, la persona que «compró» la «dignidad de ser amado» de Logan, recite ese monólogo (el de Shane). Nos quiere decir que sí se puede «romper el molde», que sí es posble «volver atrás».